Líderes ambientales

Virunga el
parque
nacional más
peligroso
del mundo

Textos: Natalia Borrero

En 2018, ocho defensores del medioambiente murieron en la República Democrática del Congo. Todos eran guardabosques. Hombres que dedicaron su vida a proteger uno de los Patrimonios de la Humanidad y una de las especies más amenazadas en el planeta: los gorilas de montaña.

El Parque Nacional Virunga tiene 7.800 kilómetros cuadrados de área. Esto es como toda Palestina (Oriente Medio) o cinco veces el Parque Nacional Natural Sierra Nevada (Colombia). Antes se llamó Parque Nacional Albert, en honor al nombre de la falla geológica sobre la que se ubica, y fue el primer parque nacional de África. En 1979 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y en 1994 entró a la lista de patrimonio en peligro.

Esta última fecha coincide con el genocidio en Ruanda, país al que pertenece una buena porción de esta zona de conservación. Desde ese momento las presiones a este conglomerado de ecosistemas vitales para la supervivencia de la raza humana en el planeta se intensificaron. Lo sucedido en Ruanda dio origen a una larga guerra civil en el Congo, nación en la que también está el parque.

Pero, la historia de dolor y sangre en esa zona de África viene de tiempo atrás. En 1885, el continente se convirtió en colonias regidas por naciones europeas. Solo el Congo fue “privatizado” y gobernado por empresas al mando del rey Leopoldo de Bélgica. Comenzó la extracción o, como muchos suelen decir, saqueo de miles de millones de recursos de esta tierras ricas en oro, diamantes, petróleo, entre otros minerales. Así como también en diversidad biológica: hipopótamos, gorilas de montaña, antílopes, cebras, jirafas, leones y en general cualquier cantidad de especies que habitan estos marismas, llanuras y mesetas.

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Indígenas de frontera

En 1960, el Congo logró su independencia gracias a Patrice Lumumba, un líder que se convirtió en presidente de esta república y que luchó contra los intereses mineros extranjeros. Hecho que hizo que al año siguiente fuera ejecutado. Este es tal vez el primer asesinato contra un defensor de la tierra.

El primero de muchos que se darían, sobre todo, de quienes han tratado de preservar lugares como el Parque Nacional Virunga, lugar en el que en 2010 se encontró petróleo, justo cerca del Lago Eduardo, y a donde al poco tiempo llegaría la petrolera británica SOCO, una vez el gobierno congoleño en cabeza de su presidente y el ministro de ambiente les diera la concesión del 50 % del Parque, aún sabiendo que esto violaba la Ley de su país.

Es casi ya una década de una lucha intensa por conservar la casa de los gorilas de montañas y de miles de familias que han encontrado en la pesca y la agricultura un modo de vida. Con quienes las autoridades del Parque han logrado trabajar y luchar por preservar los recursos que allí se esconden. Según cifras del propio parque, en los últimos 20 años han muerto más de 175 guardabosques. Y, de acuerdo con el último informe de Global Witness, en 2018 fueron ocho.

Kasereka Masumbuko Ezechiel fue uno de ellos. Alguna milicia armada de las que rondan y habitan esta inmensa área cegó su vida mientras éste defendía a los gorilas de montaña -en peligro de extinción- de los cazadores furtivos.

“Esperar lo mejor y estar preparado para lo peor”, estas fueron las palabras de Emmanuel de Merode, director del Parque Nacional Virunga, desde 2008 hasta la fecha, a un grupo de guardaparques. Este belga, contrario a lo que hicieron los reyes que gobernaron lo que hoy es el Congo en el siglo XVIII, lucha por la vida y el territorio en Virunga.

De Merode ha denunciado nacional e internacionalmente lo que la petrolera SOCO ha hecho en la zona, no solo su presencia arbitraria en un área protegida, sino también sus alianzas con milicias congoleñas como el M-23 que han presionado, torturado y asesinado a sus guardabosques. Pero esto lo único que logró fue que en 2014 de Merode sufriera un atentado que casi le cuesta la vida, y que otros de sus guardabosques hayan sido encarcelados por el gobierno del Congo, sin justificación. Porque según lo revela el documental Virunga, habría un accionar entre las fuerzas legales, las ilegales y SOCO para quedarse con el petróleo y demás minerales que hay en el parque, acabando con lo que haya en la zona: desde personas hasta los gorilas de montaña.

Según de Merode, “las Fuerzas Democráticas Aliadas y el Ejército Nacional para la Liberación de Uganda operan juntos en el norte. Son un movimiento islámico extremista que busca socavar al gobierno de Uganda. Por su parte, los Mai-Mai, que son congoleños, operan en el centro del parque. En el sur están las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda, muchos de los cuales fueron responsables del genocidio de 1994 en Ruanda”. Un fuego cruzado que no para de cobrar vidas y el exterminio de cientos de especies.

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Indígenas de frontera
Más allá de las multinacionales

Si bien la presencia de SOCO en el territorio congoleño ha intensificado la lucha, Virunga había servido, durante 14 años, como campo de batalla para lo que algunos expertos han denominado la Guerra Mundial Africana, un conflicto multilateral que llegó a involucrar nueve ejércitos nacionales africanos y a docenas de grupos rebeldes, y que produjo una crisis humanitaria que dejó unos cinco millones de muertos.

Todo esto deterioró el parque. Según la Autoridad de Gestión Ambiental de Ruanda (Rema, por sus siglas en inglés), afirmó que de 1993 a 2006 las áreas protegidas se redujeron 92%. El Parque Nacional Akagera, así como los bosques de Gishwasti y Mukura fueron algunas de las áreas parcialmente despejadas y reducidas en tamaño para construir campamentos a millones de refugiados hutu procedentes de Ruanda, quienes huyeron atravesando la frontera del Congo, mientras el Frente Patriótico de Ruanda se hacía con el poder en Kigali, otra parte de Virunga.

En medio del caos, muchos guardaparques sucumbieron a las presiones. Y el parque se había vuelto medio tierra de todos y de nadie. La presencia de de Merode ha marcado un cambio, aunque muchos lo tachan simplemente de un belga con intereses oscuros, él ha motivado no solo a los guardaparques sino a la población local del área a proteger, a encontrar formas sostenibles de vida.

SOCO ha manifestado que ha salido del territorio de Virunga y que no seguirán con las explotaciones hasta que la Unesco no otorgue su autorización. Sin embargo, quienes están en la zona dicen que su presencia continúa, mucho más desde la clandestinidad. Una disputa de la que ya pocos hablan, como manifestó el último informe de Global Witness, ellos llaman la atención en que probablemente ya no se cuentan tantos abusos, amenazas y asesinatos en el Congo y otros países africanos no porque no suceda, sino porque ya no se habla tanto del tema.