De un momento a otro el color aguamarina que caraterizaba el Pozo Azul comenzó a teñirse de negro. Un espeso líquido aceitoso invandió por completo este paradisíaco balneario natural. La catástrofe ambiental se hizo evidente. El atentado realizado al oleoducto Caño Limón-Coveñas (OCC), en las veredas Guachimán y El Seis, en el municipio de Tibú (Norte de Santander) volvió a impactar a la naturaleza, esa víctima, que indefensa, simplemente soporta en silencio.
Las consecuencias: contaminación de los ríos Tibucito y Tibú, así como de Caño Cinco y Samanes; 36.000 habitantes de Tibú afectados por no poder acceder al agua potable, y decenas de animales, entre peces, mamíferos, anfibios y reptiles en riesgo.
Con once carrotanques, Ecopetrol y el Consejo Departamental de Gestión del Riesgo de Desastres ha intentado alivianar la emergencia, abasteciendo de agua a la ciudadanía. El impacto medioambiental, entre tanto, se ha ido mitigando con la instalación de líneas de barreras con las que se busca contener la mancha del hidrocarburo. Más de 130 personas han venido trabajando desde el pasado 13 de abril en la atención de la emergencia y en la recuperación del crudo.
Pero este no ha sido el único atentado que el medio ambiente ha sufrido. Desde la entrada en operación, hace 33 años, el OCC ha sido volado más de 1.500 veces, situación que ha generado el derrame de aproximadamente 3,7 millones de barriles de petróleo en suelos, quebradas y ríos de los siete departamentos que atraviesa esta estructura (Arauca, Boyacá, Norte de Santander, Cesar, Magdalena, Bolívar y Sucre).
En total, seis trabajadores de Ecopetrol han perdido la vida y dos han resultado heridos por la activación de minas antipersonal o disparos de francotiradores al intentar arreglar la tubería.
Entre tanto, en los últimos 10 años, los cinco oleoductos para el transporte de petróleo con los que cuenta Ecopetrol en el país, han sido dinamitados en 1.019 ocasiones, siendo Norte de Santander, Arauca, Nariño y Putumayo las regiones más afectadas.
Cifra parecida a la que maneja la Asociación Colombiana de Petróleo que ha señalado que en las últimas tres décadas se han derramado 4,1 millones de barriles de crudo por ataques a la infraestructura petroera. Según esa entidad, entre 2002 y 2015, 9,3 millones de barriles fueron robados de los oleoductos del país, de los cuales 6,5 millones terminaron vertidos sobre ecosistemas naturales.
La ruptura de las tuberías produce en la vegetación una reducción en los procesos de transpiración, respiración, fotosíntesis y reproducción, al igual que graves impactos a los animales. A las aves que son alcanzadas por el hidrocarburo, por ejemplo, se les pega el crudo en las alas y no pueden volar. Esto conlleva a que no puedan conseguir alimento ni abrigo, por lo que sus vidas se ponen en riesgo.
De otro lado, a los mamíferos, el petróleo se les pega en la piel y puede llegar a su sistema circulatorio, a través de las mucosas, lo que les genera daños irreversibles. Sin embargo, estas afecciones también las pueden adquirir al ingerir alimento contaminado.
A los peces, el crudo les cubre la piel y las branquias, razón por la cual pueden morir por asfixia.
Las explosiones o incendios que se presentan cuando se atenta contra los ductos, ocasiona emisiones como material particulado, dióxido de carbono y nitrógeno que terminan reduciendo la calidad del aire y contaminando la atmósfera. De igual forma, en el agua el petróleo obstaculiza el paso de la luz solar necesaria para las cadenas de la fotosíntesis por parte del fitoplancton, y reduce la calidad físico-química del afluente al disminuir su nivel de oxígeno. Este último factor representa un riesgo para algunas especies presentes en el cuerpo de agua.
En el 2018, los ataques contra el Oleoducto Caño Limón-Coveñas afectaron más de 65.000 metros cuadrados de suelo y cerca de 40.500 metros de cuerpos de agua. En el periodo comprendido entre 2009 y 2017, el 2013 fue el año en el que se registraron más derrames a los ecosistemas, tras los 233 atentados que se produjeron, con cerca de 247.000 barriles regados.
Las voladuras también representan millonarias inversiones en cuanto a reparaciones. Desde el año 2009 hasta el 2017, Ecopetrol ha destinado un poco más de 251.000 millones de pesos para este tema. Solo el año pasado esa empresa invirtió 157.000 millones en este ítem y en 2019 la cifra ya asciende a un poco más de $25.000 millones.
Las voladuras de oleoductos no son un hecho aislado en el conflicto armado colombiano. Al contrario, el petróleo y otros recursos naturales han sido motivo y arma de guerra.
Hace un mes, el 17 de enero de 2019, el país lamentaba el trágico desenlace del atentado a la Escuela de Cadetes de la Policía General Santander. Hecho que puso fin a las conversaciones de paz entre el gobierno nacional y el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Este suceso, sin embargo, no fue el detonante para que la violencia promovida por este grupo guerrillero se recrudeciera. Secuestros, hostigamientos y voladuras de oleoductos no han dejado de ser noticia, siendo los atentados a la infraestructura petrolera los que siguen ocupando con más frecuencia las primeras planas.
En lo que va de este año ya han sucedido 11 voladuras. Si la tendencia continúa estos ataques superarían los de 2018, que además del costo ambiental y social, generaron un gasto de más de cien mil millones de pesos en la restauración de la infraestructura y su entorno.
Pero, ¿por qué atacar los oleoductos?¿por qué por un lado manifestar un interés en la conservación del medioambiente y por otro realizar acciones que directamente lo impactan? De acuerdo con investigaciones de expertos, el petróleo ha sido una táctica de guerra de las guerrillas, sobre todo del ELN.
mide la red de oleoductos con la que cuenta Ecopetrol
ver más
2009
Costo de reparación:$16.348 millones
Oleoductos afectados:Caño Limón-Coveñas (OCC), Trasandino (OTA), San Miguel-Orito (OSO), Mansoyá-Orito (OMO) y Churuyaco-Orito (OCHO).
ocultar
ver más
2010
Costo de reparación:$2.393 millones
Oleoductos afectados:Caño Limón-Coveñas (OCC), Trasandino (OTA), San Miguel-Orito (OSO) y Mansoyá-Orito (OMO).
ocultar
ver más
2011
Costo de reparación:$15.863 millones
Oleoductos afectados:Caño Limón-Coveñas (OCC), Trasandino (OTA), San Miguel-Orito (OSO), Mansoyá-Orito (OMO) y Churuyaco-Orito (OCHO).
ocultar
ver más
2012
Costo de reparación:$31.182 millones
Oleoductos afectados:Caño Limón-Coveñas (OCC), Trasandino (OTA), San Miguel-Orito (OSO), Mansoyá-Orito (OMO) y Churuyaco-Orito (OCHO).
ocultar
ver más
2013
Costo de reparación:$54.985 millones
Oleoductos afectados:Caño Limón-Coveñas (OCC), Trasandino (OTA), San Miguel-Orito (OSO), Mansoyá-Orito (OMO) y Churuyaco-Orito (OCHO).
ocultar
ver más
2014
Costo de reparación:$62.528 millones
Oleoductos afectados: Caño Limón-Coveñas (OCC), Trasandino (OTA), San Miguel-Orito (OSO) y Mansoyá-Orito (OMO).
ocultar
ver más
2015
Costo de reparación:$34.769 millones
Oleoductos afectados: Caño Limón-Coveñas (OCC), Trasandino (OTA), San Miguel-Orito (OSO), Mansoyá-Orito (OMO) y Churuyaco-Orito (OCHO).
ocultar
ver más
2016
Costo de reparación:$28.070 millones
Oleoductos afectados: Caño Limón-Coveñas (OCC) y Trasandino (OTA).
ocultar
ver más
2017
Costo de reparación:$5.447 millones
Oleoductos afectados: Caño Limón-Coveñas (OCC).
ocultar
ver más
2018
Costo de reparación:$57 mil millones
Oleoductos afectados: Caño Limón-Coveñas (OCC).
ocultar
ver más
2019
Costo de reparación: 25.000 millones de pesos (hasta ahora)
Oleoductos afectados:15 Caño Limón-Coveñas, 6 Trasandino (OTA) y 2 Mansoyá-Orito (OMO).
ocultar
El ELN se involucró con el tema de la explotación petrolera desde su origen, bajo la coyuntura de las huelgas de 1963. Los integrantes del grupo guerrillero aprovecharon la movilización para brindar apoyo a los manifestantes. En 1965, el ELN realizó el primer atentado a la infraestructura petrolera, con el ataque a un oleoducto de la compañía Cities Services Intercol, cerca de Barrancabermeja.
Este hecho vino acompañado de la primera postura ideológica frente al tema, presentada por el sacerdote Camilo Torres en la plataforma del Frente Unido en ese mismo año, en un texto en el que se buscaba unificar en objetivos concretos a los sectores populares colombianos. Sobre lo relacionado a los recursos naturales y el petróleo se planteaba que su explotación se debía nacionalizar e imponer condiciones para las concesiones a compañías extranjeras.
Según la investigación adelantada por Camilo Echandía para la Fundación Ideas para la Paz, los ataques a la infraestructura petrolera no responden solo a las motivaciones económicas, son más bien objetivos sociopolíticos y tácticas militares.
“Los grupos armados ilegales interactúan con el sector de hidrocarburos a través de secuestros, atentados contra empleados y contratistas, y la extorsión. Sin embargo, los ataques contra la infraestructura petrolera son los que cobran mayor importancia para los actores ilegales, principalmente, las guerrillas de las FARC y el ELN”, afirma.
Los atentados, en muchos casos se leen como el ‘castigo’ por el no pago de extorsiones. Pero, desde otra perspectiva es la reivindicación sus contenido ‘ideológico’ nacionalista, de lucha contra la llegada de las empresas transnacionales y la vulneración de la soberanía nacional, representada en la operación de los grandes proyectos petroleros.
247.000
barriles de petróleo fueron derramados en 2013, producto de 233 atentados terroristas a oleoductos.
93.952
barriles de crudo llegaron al lago de Maracaibo (Venezuela), tras un atentado registrado en febrero de 1988 en Colombia.
45.000
barriles de petróleo terminaron en las aguas de la quebrada San Roque y en los ríos Ité y Cimitarra luego de un atentado ocurrido en julio de 1992.
1986
fue el año en el que se registró la primera voladura del oleoducto Caño Limón-Coveñas en La Donjuana, Carmen de Tonchalá.
A la luz de los hechos puede sonar contradictorio, como afirma Luis Eduardo Celis, asesor de Redprodepaz. Por un lado se defiende la soberanía y los recursos naturales, pero por otro se utilizan para dañar ecosistemas y fuentes hídricas.
“El ELN reconoce que hay un daño al medioambiente, pero dicen que la misma industria también lo afecta”, explica Celis, quien además contextualiza sobre la forma como el petróleo ha estado siempre en las mesas de diálogo.
Desde los acercamientos que se hicieron en el gobierno Samper y por supuesto, lo que se adelantó en el gobierno Santos se ha tenido en cuenta este recurso en disputa. Frente a esto se han hecho reuniones, audiencias en las que han estado las partes: ELN y Ecopetrol. Incluso, desde hace casi dos décadas la Unión Sindical obrera propuso “sacar el petróleo del conflicto”.
El 14 de julio de 1986, el oleoducto Caño Limón-Coveñas fue dinamitado por primera vez por el ELN, ocasionando el derrame de 45.743 barriles de petróleo. El hecho se registró en La Donjuana, municipio de Carmen de Tonchalá, en Norte de Santander.
En febrero de 1988 se presentó uno de los ataques más impactantes. En esa oportunidad fueron vertidos 93.952 barriles de crudo al lago de Maracaibo, en Venezuela. El hecho fue catalogado como la catástrofe ambiental más grande en la historia ocurrida en aguas continentales.
El 15 de mayo de 1990, un atentado del ELN al oleoducto Caño Limón-Coveñas, en el corregimiento de Zapatosa (Cesar), produjo un derrame de más de 14 mil barriles sobre esta ciénaga, cuya área sobrepasaba las 40 mil hectáreas. Los grandes damnificados con este atentado fueron más de 1.600 familias que vivían de la pesca.
Una carga explosiva instalada por la guerrilla del ELN en el Oleoducto Central de Colombia, en el corregimiento de Machuca, municipio de Segovia, en Antioquia, provocó un incendio que causó la muerte por calcinación de 84 personas, la mayoría menores de edad, así como lesiones a otras 30. También fueron destruidas 46 viviendas. El hecho ocurrió el 18 de octubre de 1998.
Luego de un atentado contra el oleoducto Caño Limón- Coveñas, cerca de Remedios, Antioquia, 45 mil barriles de petróleo terminaron en las aguas de la quebrada San Roque, en los ríos Ité y Cimitarra. La emergencia, sucedió en julio de 1992 y ocasionó incalculables pérdidas ambientales y sociales.
En la madrugada del lunes 8 de junio de 2015, guerrilleros del bloque Sur de las Farc interceptaron una caravana de 25 tractomulas que transportaban crudo y obligaron a 23 de sus conductores a derramar su contenido sobre la vía. Cerca de 200.000 galones del crudo (5.000 barriles) fueron derramados en una zona en la que hay varios cuerpos de agua que desembocan en el río Cuembí, que a su vez es afluente del Putumayo.
El atentado de la guerrilla contra el Oleoducto Transandino (OTA), en zona rural de Tumaco el 22 de junio de 2015, causó el derrame de 10 mil barriles de crudo a las quebradas Pinde y Pianulpí, al igual que al río Mira. El ataque afectó la fauna y la flora de esa zona. Adicionalmente, 110.000 habitantes del casco urbano y 35.000 del sector rural fueron afectados por el corte del servicio de agua potable.
Entre 15 y 20 años podría tardar la recuperación ambiental del río Catatumbo luego de la voladura del oleoducto al oleoducto Caño Limón-Coveñas (OCC), en la vereda Llana Baja del municipio de Teorama (Norte de Santander), el 12 de febrero de 2019. El atentado produjo la contaminación de 117 kilómetros de ese afluente y afectó a 5.000 habitantes de tres corregimientos (San Pablo, El Aserrío y La Gabarra).